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Nadie se emborracha, y nadie canta.

Un mundo melancólico, Hafez,

no es un mundo para ti.

(Hafez)

 

Acaba de celebrarse Nowruz y esa noche (a eso de las 4:30 de la madrugada del día 20) millones de iraníes abrirían al azar alguna de las páginas del Divan del poeta Hafez y leerían versos en familia para despedir un año nefasto en el que se han agolpado ataques militares, muertes, manifestaciones sofocadas con violencia y un virus que ni allí ni aquí parece tener freno de momento.

Hafez por el artista granadino Eduart.

Hafez presumía de ser un pecador permanente, pero no por ello dejaba de estar convencido de que iría al cielo. Defendía en su poesía que ser un libertino y un librepensador no era ser un hereje, al menos no como la ortodoxia religiosa definía. Hafez era un poeta en su tiempo y hoy es casi un profeta para millones de iraníes que acuden a diario a acariciar su tumba, a dejar flores y a llorar plácidamente sobre ella, como puede comprobar cualquiera que pase por allí.

Divan del poeta Hafez en la casa de Neda

La vida de Hafez es una vía de escape para quienes se debaten hoy entre la asfixia del régimen de los ayatolás y la del bloqueo y la amenaza promovidos por Estados Unidos. Hafez es un referente para quienes desde hace años soportan a diario esa doble ortodoxia y ese doble fanatismo. Porque Hafez no escatimó en críticas y ataques a ninguno de los gobernantes bajo cuyos gobiernos vivió y porque en Irán la poesía es el lenguaje de la revelación, de la rebelión y de la revolución, que van de la mano. Este año, además, Norwuz coincide casi con el Día Mundial de la Poesía.

Haft-Sin y Diván de Hafez en la casa de Neda

Nowruz es la celebración del año nuevo para cientos de millones de personas, entre ellas todo el pueblo de Irán, desde hace más de 3000 años. Nowruz existía mucho antes de que existiese el cristianismo y mucho antes de que existiese el islam.

Primavera en Esfahán por Mohsen Heiatian.

 

Nowruz es la celebración del nuevo día, la fiesta de la esperanza que se recobra el primer día de primavera, el regreso de las flores y de la vida a la tierra después del otoño y del invierno. Nowruz es una fiesta agraria y pagana, celebrada con distintos nombres en todo el hemisferio norte antes de que las religiones monoteístas se extendiesen gracias a la apropiación e hibridación de las distintas culturas que encontraron a su paso.

Puesto de granadas y zumos en Teherán, 2018 [Foto personal]

Nowruz es el recuerdo de lo que fuimos antes de que nuestras sociedades se convirtiesen en lo que hoy son.

Bazar Tajrish de Teherán por Hanie Gilaki y Zahra

Por eso Nowruz y las flores, Nowruz y las frutas, Nowruz y el color, van de la mano en un país donde además de la poesía, el color y los detalles lo son todo.

Bazar Tajrish de Teherán por Hanie Gilaki y Zahra

Flores de mil colores pero sobre todo amarillas y moradas, granadas y ajos, monedas y telas vistosas decoran las mesas de los persas en cada casa: el Haft-sin (las Siete «S») que simboliza los mejores deseos para el año nuevo.

Mesa de Haft-Sin en Esfahán por Rasoul Shojaei

Nowruz tiene un componente ritual que aún mantienen fiestas como el Yom Kippur judío, estrechamente vinculadas a la limpieza y el aseo persona, la alimentación y el cuidado personal y familia.

Mesa de Haft-Sin en Shiraz por Samira y Saba Marzban

Si para los iraníes la música (y el cine, y la pintura, y el teatro…) es fundamental durante todo el año, Nowruz es la fecha en la que sornas y doholes se escuchan por todas partes. Estos instrumentos musicales propios del folclore iraní suenan estos días por maestros clásicos como Shahmirza y Reza Moradi, pero también por grupos más modernos que combinan su música con elementos menos clásicos como Rastak, sin duda mis preferidos.

Shiraz, 2018 (Foto propia)

Nowruz o Noorús, como lo pronunciaríamos en castellano, tiene asociada una leyenda que habla de la imponente tradición monárquica que Persia e Irán tuvieron antes de la Revolución Islámica de 1979. Según esa leyenda, hace mucho tiempo toda esta meseta del Asia Central era el reino de Jamshid, un monarca que gobernó con clemencia y generosidad sobre sus súbditos.

Celebración de Norwuz en la corte safaví del Sha Abbas, Palacio de chehel Sotún de Esfahan, 2018 (Foto propia)

Durante su reinado, la comida siempre fue abundante, la vegetación siempre estaba verde y nunca se sacaba, y nadie envejecía. Aquella Persia mitológica era la tierra de la eterna juventud. Un año, el primer día de la primavera, Janshid se sentó en su trono de oro en la planicie donde Darío I construiría Persépolis para contemplar un nuevo amanecer, y el sol deslumbró al monarca y reflejó su poder en el trono, que iluminó todo su reino y alegró el corazón de los persas. Aquel día de alegría, de cambios y de rejuvenecimiento comenzó a celebrarse y así nació Nowruz, una fiesta que han venido celebrando en Irán todas las dinastías reales hasta el día de hoy, bajo un gobierno republicano por primera vez en su historia.

 

Nowruz llega a la plaza Naqsh-e Yahán de Esfahán por Mohsen Heiatian

Nowruz es una fiesta recogida en la lista de patrimonio inmaterial de la UNESCO por su carácter ancestral y universal, por ser el recuerdo de una fiesta que celebraron todas las sociedades de hace miles de años, desde Irlanda a Persia pasando por todo el Mediterráneo.

Celebración de Norwuz en la corte safaví del Sha Abbas, Palacio de chehel Sotún de Esfahan, 2018 (Foto propia)

Los valores laicos de Nowruz conectan esta celebración con algo que deberíamos estar pensando en estos días de confinamiento en los que hemos vuelto saber que el aire puede purificarse en Madrid: la armonía de la naturaleza, la toma de conciencia del daño que causa nuestro progreso material, la inseparable conexión entre nuestras vidas y los ciclos naturales y el máximo respeto hacia las fuentes naturales de la vida. Todo eso también -y sobre todo- es Nowruz.

Mesa de Haft-Sin en Shiraz por Samira y Saba Marzban

Por eso Nowruz permanecerá otros miles de años más aunque desaparezcan las religiones monoteístas que existen por toda Eurasia.

Lateral de la plaza Naqsh-e Yahán por Mohsen Heiatian

Cierro este texto mandando un abrazo a Neda, a Zahra, Samira y Saba Marzban, Mohammed, Hanie Gilaki y Anoosh su amabilidad por las fotos que me han enviado desde sus casas y mercados como el Bazar Tajrish de Teherán, calles y puentes de Esfahán y casas de Shiraz … y de Madrid y Toledo, que algún Haftseen hay entre ellas de los que se han decorado ayer aquí y, desafortunadamente, no hemos podido celebrar juntos.     Porque la comunidad persa toledana es pequeña, pero existe.

Haft-Sin de Anooshe y sara, vecinas de Toledo

Hubo un tiempo en que los contactos entre Persia y Tulaytula tuvieron que ser más frecuentes, pero hoy las únicas noticias que nos llegan son condicionadas por los intereses geopolíticos de Europa.

 

Mesa de Haft-Sin en Shiraz por Samira y Saba Marzban

Una pena. Espero que con este artículo podáis conocer mejor a quienes ahora dejan atrás uno de los peores años de su historia reciente. Pronto volveremos a darnos un abrazo, a beber y a cantar como añoraba Hafez [Y mil gracias a todas y todos por vuestras fotos]

            

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