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«El #PuyduFouToledo será algo único y original en España. Pero también una enorme oportunidad para cambiar la realidad de Castilla-La Mancha, de nuestra tierra y los problemas de mucha gente. Serán miles de empleos y una nueva gran inercia económica, turística y cultural basada en la fantástica y prolija historia de nuestro país. Ha sido un trabajo discreto pero continuo durante mucho tiempo para lograr su instalación aquí, en nuestra tierra, pero en breve será una realidad para todos»

Acto de presentación de Puy du Fou Toledo (abril de 2017)

Hace casi un año de estas palabras que el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, dejó por escrito en su cuenta de Facebook. Hoy muchos toledanos siguen mirando con recelo hacia ese «trabajo discreto pero continuo» sobre «la fantástica y prolija historia de nuestro país» que será el Puy du Fou en la finca Zurraquín, unos kilómetros al sur de la ciudad.

Las alarmas no tardaron en saltar ante ese «trabajo discreto pero continuo», y fue precisamente por esa discreción (u opacidad) en las negociaciones y en las distintas presentaciones del proyecto. Alarmas y críticas que saltaron por igual entre profesionales del ámbito  histórico, político (más) y ecologista ante este «proyecto de singular interés» para Toledo. Al menos la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas se ofreció, desde el primer momento, a asesorar a la empresa en el tratamiento de la Historia. Otra cosa es el caso que la empresa vaya a hacerle caso o hasta qué punto va a tener en cuenta sus recomendaciones -y alegaciones recientes- sobre la historia de Toledo y de España.

Desde la presentación oficial del proyecto hasta hoy han surgido algunas iniciativas que buscan  esclarecer los claroscuros del proyecto. Así nació el movimiento Queremos saber la verdad sobre Puy du Fou, una nueva reacción popular y vecinal a lo que muchos temían (temen) que pueda ser otro pelotazo urbanístico y empresarial más propio de los años del trinque (que no terminan nunca de pasar), que de la más realista situación que nos toca vivir en 2018.

https://www.youtube.com/watch?v=rCDOP5fMP-E

 

Los temores son comprensibles cuando uno se lee la Memoria Justificativa (Libro I, pág. 31) del proyecto que la empresa aportó (y que podéis descargar AQUÍ -y recomiendo dejar abierto mientras leéis el post), en donde se define el proyecto como un «viaje por el tiempo [que] será también un oasis de vegetación y de frescor» (Libro I, Memoria Justificativa, pág. 31). Temores en relación a las dudas sobre los miles de puestos de trabajo ofertados por la dirección de Puy du Fou que difícilmente llegaran a convertirse en realidad según todos los profesionales que han analizado (y criticado) el proyecto; recursos naturales sobreexplotados como rutina diaria para el abastecimiento del parque y para regar «un oasis de vegetación y de frescor»; impacto directo e irreversible en la flora y fauna locales; posible masificación (más aún) de Toledo; etc. Y sobre todo el hecho discutido y discutible frente a cualquier proyecto de esta envergadura: que se asume que será un éxito y que tendrá continuidad. Y si no lo tiene, ¿quién correrá con los costes de la fiesta, quiénes tendrán que sufrir la resaca?.

Poco más puedo añadir a lo que estos vecinos y vecinas de Toledo han presentado ya en distintos medios y encuentros. Sí querría añadir algo que me preocupa especialmente como historiador y guía  en Toledo, y que ayuda a entender todas las críticas vertidas en relación al proyecto desde un enfoque alejado de la problemática urbanística, turística, económica y/o medioambiental. Me refiero al enfoque que Puy du Fou puede dar a nuestra historia, y a si un proyecto de este tipo puede abrir la puerta también a posibles distorsiones voluntarias y peligrosas de ella. Y lo hago asumiendo que es un proyecto aprobado y decidido al que ya sólo cabe alegar matices.

Los que hacemos habitualmente visitas guiadas en Toledo solemos responder a preguntas recurrentes. Una de ellas siempre tiene que ver con el llamado Toledo de las Tres Culturas, con la idea generalizada de unos siglos de tolerancia y convivencia  explotados hasta la saciedad y no siempre ciertos. Gran parte de la culpa la tenemos los historiadores y guías. Convencidos muchas veces de que al lector/cliente hay que decirle siempre lo que quiere leer/escuchar, resulta tan fácil (y rentable económicamente) presentar el Toledo medieval como un crisol de culturas y de tolerancia en su sentido moderno, que pocos consiguen no caer en esos tópicos y errores. A todos nos gusta siempre una palmadita en la espalda y que nos digan «cómo mola tu ciudad», aunque fuese hace 800 años atrás. Hablar de tolerancia en el sentido actual de la palabra para explicar el Toledo medieval es un absoluto disparate, y casi lo es también hablar de tres culturas en vez de tres religiones. Lo explicaba de forma sencilla Julio Porres hace décadas, cuando aún el turismo no había explotado hasta el punto actual, sorprendiéndose de que se daba «por demostrado y que, por tanto, no hay que demostrar, que los individuos de cada una de las tres religiones –hoy se dice de las tres culturas, porque hay que desacralizar todo lo posible- vivieron entonces en gran armonía y respeto mutuo, fueran las que fueran sus creencias respectivas, hasta que la intolerancia religiosa –ya no se dice intolerancia cultural- dio lugar a la expulsión de los judíos de España en 1492 y de los moriscos en 1609».

 

 

En Toledo coexistieron durante siglos musulmanes, cristianos y judíos compartiendo espacios, mitos, miedos, costumbres y formas de vida. Pero en ocasiones esa convivencia saltaba por los aires y las persecuciones contra las minorías (especialmente contra los judíos por parte de los cristianos) ocurrieron en la ciudad y en todos los reinos peninsulares. Pocas, todo hay que decirlo. Nuestra historia, la historia de Toledo pero también de España, es heredera de esos siglos, con todos sus momentos de esplendor y con sus sombras. Lo que hablamos, lo que comemos, lo que bailamos y cantamos, lo que celebramos, etc, es más que un recuerdo de todo aquello que fuimos durante esos casi 300 años, del siglo XI al XIV. Muchos más de los que han pasado desde el fin de aquel proyecto de España multicultural hasta llegar a nuestros días. Sin la huella del Islam no se entenderían las decenas de iglesias toledanas (no hay excavación arqueológica sobre alguna de ellas que no arroje datos sobre su posible origen andalusí), los dulces y mazapanes que comemos (y vendemos cada día a quienes nos visitan), el arte de la forja y del damasquinado ni la esencia urbanística de una ciudad -quizá la única capital de Al Andalus- que aún mantiene el trazado más árabe de todas.

Al Andalus es un episodio más de la historia de España, de Portugal y de Europa como siempre intento explicar a quienes acuden a alguna de nuestras visitas guiadas por Toledo, pues aquí nació Al Ándalus tras la conquista de las tropas de Tariq ibn Ziyad. Y Tulaytula es uno de los capítulos más brillantes de esa historia, especialmenre durante el siglo XI, cuando la ciudad se convirtió en un referente cultural y científico mundial. En la península Ibérica y en Sicilia floreció una civilización islamizada y orientalizada, con todas sus luces y sombras, imposible de negar o de obviar cuando se pretende recorrer la historia del continente. Y quienes se empeñan en negarla y en distorsionar el enorme peso de la islamización y arabización de la península incurren no sólo en un disparate histórico, sino muchas veces en un intencionado intento de acomodación del pasado a una realidad política e ideológica actual. Digámoslo claro: NO, Al Ándalus no sirve para explicar los atentados terroristas llevados a cabo en nombre del Daesh o de Al Qaeda. NO sirve para explicar la realidad social actual de los musulmanes europeos. Tampoco explica el conflicto entre Palestina e Israel. Y no sirve para presentar el nacimiento de un concepto de Europa y de España surgidos por oposición al Islam durante el Medievo. El Islam es una capítulo de la historia de Europa y de España, como lo es también el judaísmo, que siglo a siglo sirvió a los intereses de todos los reinos y poderes a la vez que luchaba por sobrevivir. Es por eso que toca preguntarse si el proyecto Puy du Fou y de su fundador, Philippe de Villiers, no sólo deba ser cuestionado por su opacidad y viabilidad, sino también por sus posibles usos al servicio del revisionismo histórico y el nacionalismo exacerbado.

Digo todo esto porque, analizando la documentación aportada por Puy du Fou en relación al concepto, uso de la historia, diseño de sus instalaciones y espectáculos, todo parece confluir en una época: la Península Ibérica medieval, la dividida entre Al-Ándalus al sur y los reinos cristianos al norte. Y quiero insistir en que el proyecto aún está en el aire y lo que aquí expongo son sólo sospechas y temores que, ojalá, se disipen cuando finalmente se apruebe como todo parece indicar que sucederá.

 

¿Qué es Puy du Fou, cómo nace y quién es Philippe de Villiers?

Hace 40 años abría sus puertas en la región del Loira el primer Puy du Fou, un parque temático dedicado a la historia de Francia en Europa en el que «los visitantes olvidan el siglo XXI. Tanto de día como de noche, emprenden un gran viaje en el tiempo eligiendo la época, los espectáculos y la gastronomía con total libertad». Desde entonces, ha sido alabado como modelo económico, de marketing y sociológico sin equivalencia y comparación posible. Como dice la Memoria Justificativa ya citada líneas atrás (Libro I, pág. 31 y siguientes), «el proyecto artístico de Puy du Fou en Toledo, inspirado en el concepto desarrollado en Francia, está completamente dedicado a la historia de España» y «supone un gran viaje por el tiempo propuesto al visitante: la visita le conducirá por los grandes hitos de la historia española a través de espectáculos en vivo».

Recepción de Villiers por el presidente de la Junta, Emiliano García-Page, y la alcaldesa, Milagros Tolón (Toledo, abril de 2017)

Su fundador es Philippe de Villiers, aristócrata titulado cuya familia procede de la Normandía histórica. Ejerció como Secretario de Estado para la cultura durante el gobierno de Jacques Chirac, diputado y presidente del Consejo General para la Vendée y eurodiputado, además de fundador del Movimiento por Francia, un partido de orientación conservadora, soberanista y ultranacionalista bajo cuyas siglas concurrió a distintos comicios como candidato presidencial. Villiers hoy en día no forma parte de la primera línea política en Francia, pero su papel como antiguo diputado y candidato además de su fama y presencia mediática hacen de él alguien a seguir teniendo en cuenta en los actuales debates políticos. Y es ahí donde a los toledanos y las toledanas comienza a interesarnos su visión de Europa, de su historia y, por tanto, de cómo esta puede ser plasmada en el futuro Puy de Fou en Toledo.

 

¿Qué España -y qué Toledo- pueden ser los que se vean reflejados en Puy du Fou?

Villiers jamás ha escondido sus simpatías por la ultraderecha católica ni por sus postulados, y ha defendido en varias ocasiones sus argumentos xenófobos, islamófobos y ultranacionalistas. Para Villiers el Islam es absolutamente incompatible con la República y con los valores que ella encarna, o debería encarnar, y con su visión sobre Europa. No pretendo entrar en ese debate, que entiendo que se escapa al aporte que yo pueda hacer como historiador, pero puedo llegar a entender a Villiers en ese sentido. La República, Francia, nunca ha tenido una historia en la que el Islam hunda tan hondamente sus raíces como en la de España. El Islam es para Villiers un recién llegado a Francia, mientras que para los españoles siempre ha estado aquí, presente en nuestra arquitectura, gastronomía, música, vocabulario, costumbres, espacios domésticos y urbanos, paisaje agrario rural, supersticiones, mitos e historia. Es un argumento clásico de la islamofobia actual: equiparar el islam que presuponen en el presente con el del pasado, como si el mundo áraboislámico fuese un ente monolítico y perenne desde el siglo VII hasta hoy, desde tiempos abbasíes a las actuales ciudades del sudeste asiático. Puro Orientalismo. Si para el caso francés quizá el tratamiento del Islam en un parque temático puede ser secundario, pues ciertamente nunca hubo sociedades históricas musulmanas como en Portugal, España o Sicilia y la relación histórica entre el Islam y Francia está condicionada por el enfrentamiento bélico, ¿puede serlo en un parque español cuando 800 años de nuestra historia van estrechamente ligados y unidos a la presencia del Islam?.

Olvida Villiers las condiciones en las que los musulmanes tuvieron que vivir tras el avance de la conquista cristiana y la imposición de un nuevo orden, y sobre todo las que se vieron obligados a aceptar los judíos. Es aquí donde cabría recordar a Villiers los matices y factores que se dan en la historia de España frente a la de Europa: que Al Andalus permitió a los judíos no sólo sobrevivir sino además desarrollarse como sociedad

Las sospechas sobre el posible uso distorsionado de nuestra historia en el Puy du Fu toledano no son infundadas. Según la citada Memoria Justificativa (Libro I, páginas 323 y 324) la elección de España para establecer un nuevo parque se debió a que «la historia española ofrecía un considerable potencial, particularmente propicio para trasladar el modelo de parque cultural como el que el Puy du Fou ha sabido desarrollar». La antigüedad del país y de su cultura son la base sobre la que se asienta este proyecto estructurado en «un recorrido histórico alrededor de grandes fases clave que se extienden por unos dos milenios» y que a todas luces se centrará en la «existencia de figuras legendarias y de héroes populares» que, extrañamente, no se especifican. O, mejor dicho, no se especifican de forma clara. Algo podemos deducir de la información que se aporta en el resto de documentación, y en concreto de la referente a las construcciones en las que se desarrollaran los espectáculos al aire libre.

Aunque la Memoria Justificativa habla de El Greco, de Calderón, de Cervantes y de Lope de Vega, lo cierto es que el aspecto visual del parque plasmará el Toledo y la España de la Edad Media y no la del Renacimiento y el Barroco en la que vivieron, siglos después, los citados referentes. De hecho, en esa misma memoria, confirman que «en el plano arquitectónico, basta con pensar en el Alcázar, la Catedral de Toledo o los numerosos vestigios del arte mozárabe», todos por igual (contando con las fases posteriores que han dado la forma al actual alcázar) referentes del Toledo medieval, el de «las Tres Culturas». Más grave aún es la imagen cada vez más difícil de explicr de ese Toledo «mudéjar» de barro y piedras, después de haber perdido muchos de sus revocos y revestimientos originales, y que jamás tuvo en sus silgos medievales. Ninguno de los protagonistas del show de Puy du Fou reconocerian probablemente el Toledo en el que lo representan.

En la documentación aportada sobre El espectáculo interior (Libro III, tomo II, páginas 7 y siguientes) se puede comprobar el aspecto que tendrá el edificio que albergará el espectáculo, que «mantiene una morfología cúbica a modo de nave industrial por la facilidad de construcción, el uso de materiales prefabricados y de adaptabilidad de los espacios a diferentes posibilidades vinculadas a las necesidades específicas de los espectáculos». La propuesta se acompaña de una serie de imágenes que, de forma orientativa, permiten imaginar cómo será el aspecto final: campanarios y fachadas toledanas como las de la iglesia de Santiago del Arrabal, jardines como los de la Alhambra, Patios como el de los Leones de la Alhambra o el de la Casa de Pilatos y castillos como el de San Martín de Montalbán. Parece claro que el contexto que se pretende crear es indudablemente el de la Castilla de frontera entre los reinos cristianos y Al Andalus, el de la Sevilla engrandecida por Pedro I y la Granada nazarí.

Detalle del interior del Taller del Moro (Toledo, siglo XIV)

Parece claro atendiendo a este aspecto que el Islam estará representado en los espectáculos sobre la historia de España, pues la arquitectura que dará sentido a los espectáculos es o completamente islámica o la mal llamada «mudéjar», signifique lo que signifique el término este. Difícil encaje le encuentro yo a Cervantes, a Lope o a Calderón en este puzzle, y me gusta que en la Memoria se cite a El Greco como uno de los héroes populares o figura legendaria sin ser toledano ni español. ¿La memoria y trabajos del cretense llegado a Toledo sí la reivindicamos como propia (como española y toledana) y no la de Ibn Bassal, Ibn Wafid, Azarquiel, Samuel Haleví, Maimónides, Averroes, Ibn firnás y tantos otros? ¿Y Manuela Malasaña, Daoíz o Velarde y aquellos héroes populares y figuras legendarias que se levantaron hace dos siglos contra los ejércitos de Napoleón y forman parte de la memoria colectiva de España? Dejo ahí la pregunta a ver si cuando se presente definitivamente el proyecto obtiene respuesta, aunque ya creo saberla contando con las críticas que Villiers nunca ha escondido en contra la Revolución Francesa y lo que supuso. En un espectáculo sobre héroes y guerras, poca cabida tienen estos, ni Lope, Cervantes o Calderón aunque sean presentados como referentes. Todo apunta a que el tema central de los espectáculos será aquella eterna idea de la historiografía nacionalista y franquista de la «Reconquista» (término a nivel académico ya superado), basado en aquella «ruina de España» o «pérdida de España» de los textos latinos adoptada (y adaptada) durante toda la Edad Moderna. Sería difícil creer y ver cómo, a la vez que el diseño de Puy du Fou se sirve de un arte y una arquitectura de innegable regusto islámico como esencia de «españolidad», se presenta lo islámico como enemigo de España…

Imagen propagandística de Puy du Fou Francia

Quienes realizamos visitas guiadas en Toledo sabemos lo difícil que es en ocasiones ayudar a desterrar ciertos mitos arraigados en la mente de la gente, muchas veces producto de lecturas de novelas históricas o programas de televisión que abordan la historia desde un enfoque meramente morboso. Cualquiera que conozca mínimamente cómo fue el largo camino del nacimiento de España entenderá fácilmente que no hay forma humana de explicarlo sin contar con el Islam, o peor aún, presentando Al Andalus como un territorio ajeno y externo a la historia de una España que nacía en el norte de la península y crecía conforme avanzaba «la Reconquista». Al Andalus frente a España, Islam frente al cristianismo….ellos, los moros y los judíos, frente (y contra) nosotros, los españoles cristianos.

¿Acaso alguien expulsaría del relato de la historia de España a los romanos que combatieron y conquistaron Hispania, marginando a Trajano o a Séneca para ensalzar a Viriato? ¿Y negar la romanización de la península excluyendo, sólo por decir algo, la lengua de la que nacen todas las lenguas españolas menos el euskera? ¿Y explicar la historia de España dejando nuevamente fuera la siguiente conquista, la de los visigodos, considerándolos unos invasores durante cuyo reinado las esencias españolas se mantuvieron tras «la pérdida y ruina de España» en tiempos de don Rodrigo? Siendo ridículos todos los anteriores, no lo sería menos forzar una ruptura o una coyuntura distinta para analizar la conquista islámica y la arabización de la península durante los siguientes siglos. Al-Ándalus fue un periodo que comenzó con una conquista, facilitada con una puerta abierta por parte de la nobleza visigoda y en gran parte aceptada rápidamente por un pueblo que tampoco recibió horrorizada esta nueva fe, pues en esencia era similar en la concepción de la divinidad aunque mucho más permisiva en lo moral y libre de una jerarquía eclesiástica. aquellos supuestos invasores venían hablando de Jesús, de Isaac, de Abrham y del mismo dios. Tras ello evolucionó a una sociedad compleja, multicultural y plurireligiosa, en la que cristianos mozárabes y musulmanes pelearon contra cristianos francos y europeos (concretamente en Toledo tras la batalla de las Navas de Tolosa) y miles de familias de conversos judíos accedieron a puestos de la élite política y religiosa, por poner tan sólo algunos ejemplos de esa complejidad. No todo puede reducirse a una historia de guerra entre religiones.

Y digo todo esto porque creo que lo tienen fácil. No hay más que echar un ojo a los muchos vídeos de su canal de Youtube para comprobar una cosa: para Puy du Fou la historia es guerra, guerra y más guerra.

La historia son explosiones, bombas, combates, peleas a caballo, asaltos a fortalezas, mujeres desvalidas necesitadas y salvadas por caballeros, etc. Y no tengo ninguna crítica al respecto, que quede claro. En un parque temático o de atracciones basado en el espectáculo visual y sonoro, no creo que haya nada más efectivo. Pero insistiendo en que el mito del Toledo tolerante de las Tres Culturas no es más que eso, un mito, no es menos cierto que difícilmente podría encontrarse en el mundo una ciudad como Toledo (si acaso Palermo, Córdoba o Bagdad tiempo atrás) en la que el engranaje social, cultural y político -la convivencia o el entendimiento, al fin y al cabo, se llame como se llame- se compusiera por cristianos, musulmanes y judíos que se necesitaban y se entendían unos con otros. En definitiva: que la historia de España no es la historia de la guerra contra el invasor (el otro, el musulmán y el judío), ni la del nacimiento de una nación (la más antigua de Europa) que se gesta con el «ideal de la Reconquista», ni hay parangón posible entre el terrorismo internacional del Daesh y la jihad andalusí, las cruzadas y la guerra santa cristiana del Medievo. Toda la historia es compleja, y especialmente la de la España medieval, sin comparación posible con la del resto de Europa. De ahí las precauciones a mantener en relación a cómo tratará Puy du Fou Toledo la guerra en la historia de España, o dicho más claramente: cuáles serán los bandos que se enfrenten en los espectáculos y quiénes serán los buenos y los malos. El mucho más reciente episodio de la Guerra Civil, en el que la propaganda franquista expulsó al bando republicano del relato oficial considerándolos unos títeres soviéticos y unos invasores (españoles son los que ganaron, rusos los que perdieron), puede ser un ejemplo que haga comprensibles estos temores.

El proceso de aprobación actual se encuentra parado tras haberse presentado las alegaciones, que Puy du Fou ha prometido responder «punto por punto«. Entre ellas, 11 propuestas por la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, que sin duda son las más interesantes para los motivos de esta entrada. Mucho más cautelosa en su propósito, el resto de colectivos que han presentado alegaciones parecen coincidir en aquel lema que el PSOE defendió en 1982 en el referéndum de permanencia en la OTAN: de entrada, NO. Luego fue un sí, pero eso es ya otro debate.

 

El tiempo corre, y esperemos que la opacidad inicial del proyecto vaya siendo cada vez menos opaca y podamos conocer qué y cómo será el proyecto de Puy du Fou en Toledo sobre la historia de España. O, dicho de otro modo, qué historia, qué Toledo y qué España serán los que puedan conocerse en Puy du Fou.

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